Se esfumó última llama, la del «corazón» de Huachipato, y la región ya dimensiona el golpe económico.

Se esfumó última llama, la del «corazón» de Huachipato, y la región ya dimensiona el golpe económico.
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La simbólica llama de la chimenea de Huachipato -la mayor siderúrgica de nuestro país y uno de los grandes motores económicos de la región del Bío Bío- se apagó en las últimas horas como punto final de un inesperado cierre tras 74 años.

El apagón de la coquería, que dejará de producir el carbón imprescindible para fundir hierro y convertirlo en acero, era el último paso del proceso de liquidación iniciado hace un mes en el alto horno.

“La planta de coque es el corazón de Huachipato y nunca se había parado hasta ahora, porque si se detiene no puede volver a funcionar”, dice el presidente del Sindicato 2 de la usina, Fernando Orellana.

Ubicada en Talcahuano y propiedad del Grupo CAP, la empresa decidió en agosto cerrar la siderúrgica tras años de pérdidas (412 millones de dólares el primer semestre de 2024) por una competencia feroz con el acero chino que ni las sobretasas impuestas por el Gobierno a estas importaciones pudieron frenar.

Orellana, trabajador veterano con 37 años en la empresa, es uno de los más de 20.000 trabajadores afectados, entre puestos directos e indirectos.

La otra cara de la crisis es la de los jóvenes como Ricardo Guajardo, de 29 años: “Uno se proyectaba para poder jubilar en la empresa, pero tendremos que reinventarnos y buscar otras alternativas”, señala.

Golpe económico

El cierre de Huachipato -que conservará operativos algunos espacios como el muelle- tendrá un impacto en el Producto Interno Bruto (PIB) regional del 3%, según estimaciones de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), en una zona que aporta casi el 6% al PIB nacional.

“Históricamente, la industria manufacturera tuvo mucho peso en la región, pero en la última década decreció en favor de los servicios y ahora estamos en un momento de transición por la crisis de algunas industrias tradicionales como el acero”, explica el presidente de la Cámara de la Producción y el Comercio del Bío Bío, Álvaro Ananías.

Por primera vez en cuatro años de crecimiento sostenido, el PIB regional del segundo trimestre de 2024 registró, según el Banco Central, una leve caída del 0,9%.

“Huachipato compraba y apalancaba a muchos proveedores medianos y pequeños de la región y el país”, añade Ananias.

Tras su cierre, explica, se dejarán de comprar alrededor de 350 millones de dólares anuales, estima, por lo que “muchos” también cerrarán.

“Hay un poder de compra relevante que se cierra”, añade.

Reconvertir y reindustrializar la región

El incierto escenario que se abre tras el cierre de la usina llevó al Gobierno a impulsar un plan de fortalecimiento industrial para “reflotar el sector y proteger el empleo” de la región, con medidas como acelerar la inversión pública y privada, desarrollar nuevas industrias y recuperar la producción de acero acorde con las normas ambientales (acero verde).

La llamada Mesa por el Empleo, integrada por más de 50 organizaciones, trabajó durante meses en varias propuestas que buscan “reconvertir” o “reindustrializar” la región a corto, medio y largo plazo.

“La reconversión tiene que ser transversal, buscando nuevos negocios, y con foco en la educación continua”, subraya el presidente de la Asociación Industrias Metalúrgicas y Metalmecánicas (Asimet), Fernando García.

Entre las salidas más inmediatas, Álvaro Ananías destaca la inversión pública y recuperar la pesca de la jibia industrial, que una ley de 2018 limitó a los pequeños pescadores.

El presidente de la Confederación de Trabajadores Metalúrgicos de la Industria y Servicios (Constramet), Horacio Fuentes, en cambio, apuesta por capacitar en minería a quienes hoy quedan cesantes, uno de los sectores -dice- que puede “absorber” gran parte de los desempleados.

Sin embargo, las alternativas a corto plazo para los miles de desocupados son limitadas y los trabajadores creen que será difícil “recolocarse” porque “hay déficit de trabajo”, se queja Orellana.

Muchos, como Ricardo Guajardo, mantienen la esperanza de volver a Huachipato.

Se baraja la posibilidad de que la empresa reabra en un plazo de 4 o 5 años enfocada en el acero verde y las energías renovables: “Cuando la empresa reabra, quiero entrar de nuevo, buscar un mejor puesto y quedarme para siempre hasta la jubilación”, finaliza.