Mediante una carta a El Mercurio, se denunció que la semana pasada dos monjas fueron asaltadas por dos extranjeros, quienes las tomaron como rehenes, las amarraron e incluso las amenazaron con violarlas en un convento ubicado a pasos de la casa del presidente Gabriel Boric.
Un violento robo sufrieron dos monjas de la Congregación Hijas de San José, en un convento ubicado en el barrio Yungay, comuna de Santiago.
Así lo denunció Eva Lehto, exestudiante del Colegio María Luisa Villalón, ubicado junto a dicho recinto en calle Agustinas, entre Esperanza y Libertad.
Esto se da a pocas cuadras de la casa del presidente Gabriel Boric, que vive a la misma altura, pero en calle Huérfanos.
Letho escribió una carta a El Mercurio donde denunció que el pasado 27 de enero, dos monjas de la mencionada congregación fueron tomadas como rehenes luego que dos sujetos ingresaran a robar.
“Según el relato de la madre superiora, dos sujetos extranjeros saltaron la parte más alta del convento, caminaron por los techos y metieron el suficiente ruido para que dos de las religiosas se levantaran a revisar cámaras, situación que no pudieron realizar, pues los delincuentes cortaron la luz del recinto”, relató.
Pocos minutos después, la madre Rosa Elena Bahamondes y la madre Cecilia Muñoz se encontraron cara a cara con los delincuentes, quienes las amenazaron con cuchillos en las costillas y las amenazaron con violarlas para pedirles dinero.
“Lo más triste es que las amarraron de pies, cuerpo y boca para luego revisar la congregación”, siguió el relato.
La denunciante agregó que “afortunadamente, no se toparon con las demás religiosas, quienes tienen avanzada edad, algunas con alzhéimer y que ya no cuentan con autonomía para desplazarse”.
“Las hermanas que vivieron la situación se llevaron la peor parte y, por supuesto, que están muy afectadas, pues vivieron la mañana más trágica de sus vidas”, continuó.
Finalmente, relató que Carabineros llegó al lugar y no pudo dar con los delincuentes, quienes habrían escapado la tarde de ese día, “cuando maestros que trabajaban en la congregación identificaron a un sujeto que se sacudía en la calle y que coincidía con las características que había entregado la madre superiora”.
“La delincuencia perdió todos los códigos y los escrúpulos al atacar a estas mujeres. Urge justicia para estas religiosas, así como para todos aquellos que han sufrido a causa de la delincuencia”, cerró la denunciante.